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Mostrando entradas de enero, 2018

Impensable |

Mis padres solían leer para mí cuentos de princesa, mundos donde todo era pura magia y amor, lugares donde todo merecía la pena dentro de una realidad no muy común. Era fantástico imaginar cómo un hombre con un simple beso podía hacerte despertar de una larga letanía. Otro podía rescatarte de una torre custodiada por un dragón feroz y despiadado, mientras que el del castillo de más allá te invitaba a un baile de ensueño lleno de mujeres muertas de la envidia. El del pueblo de al lado era un chico sobresaliente porque te reconocía gracias a un simple zapato (como si tu cara no fuera suficiente) y el de la ciudad del Este por ser la más bella y hermosa del lugar te cantaba saetas arrodillado ante tu balcón y tú como una buena doncella le regalabas tus largos cabellos para que subiera a tus aposentos, aunque el final de esa historia no me la llegaron a contar nunca, no fuese a ser que me escandalizase. Poquito a poco, según fue pasando el tiempo, me di cuenta de que existían historias sob

Perdón |

No te voy a mentir: me ha costado y mucho, demasiado. Horrores. No es fácil mirarse al espejo con el recuerdo aún latente en la mente. No es sencillo permitirse ser otra persona después de tanto tiempo, después de cada "inútil", "gorda", "estrecha". No es simple poder sacar algo bueno de cada una de esas experiencias, pero sí algo que aprender: voy a contemplar mis cicatrices de otra manera, esas que llevan impregnadas en mi piel tu nombre, tus palabras."Sin mí no podrás ser nadie" y yo sin ti soy más, soy historiadora del arte, soy egiptóloga, soy actriz, soy persona."No tienes a nadie, solo me tienes a mí" y sin ti me he sentido más arropada, más acogida que nunca. "Nadie se fijará en ti con esa cara, solo yo" y desde luego que placeres y amoríos con ajenos no me han faltado. "No me dejes, nadie te va a querer como yo" y ese era el propósito, que nadie me quisiera de igual modo. Ya no hay miedo en mi interior, aunq

Madrid |

De Madrid a Atocha y de Atocha a Madrid y las nubes que esperen un rato que la ciudad del Prado solo se siente desde dentro.

Soy de |

Soy de las que les dura el pelo ondulado 5 minutos y lacio 365 días. Soy de las que pisan a fondo en autovía, pero no saben aparcar. Soy de las que les gusta leer libros de mil páginas con letra pequeña y sin ilustraciones. Soy de las que estudian los días de antes al examen y luego se estresan. Soy de las que estudian lo que no tienen que estudiar por su cuenta y con calma. Soy de las que se buscan orgasmos para dormir mejor y, al final, encuentran más energía. Soy de las que prefieren un buen cacao caliente a un café. Soy de las que toman más café que cacao porque sino se mueren del sueño. Soy de las que tienen 30 peluches en su cama cogiendo polvo. Soy de las que besan a su perro en la cabeza antes que la boca de cualquiera. Soy de las que se depilan, pero luego les gusta pasarse los dedos por encima del vello que crece. Soy de las que lloran con facilidad, pero terminan tragándose el nudo ante la gente. Soy de las que lloran si hay confianza de por medio. Soy de las qu

Coito |

Quiero que mi espalda se arquee con el primer golpe de muchos, esos que me hacen temblar cuando con una simple mirada me suplicas que te perfore hasta el último hueso. Quiero que me susurres que todo irá bien, que piensas en mi éxtasis como si fuera el tuyo propio y yo como una condenada te gritaré que jamás he deseado tanto que lleguen hasta lo más profundo de mi gozo. Quiero que sea romántico, pero no lento. Quiero que sea lento, pero no romántico. Quiero que sea rítmico, pero pausado, que dure una eternidad y no años. Quiero movimiento, fuerte, sentido, tan vehemente como tú, tan provocador como yo. Quiero que sea sudor, olor, saliva, flujo y sangre. Quiero una isla en medio del desierto, un oasis en medio de todo un océano, una selva en medio de una cellisca y que demos la vuelta al mundo, tú por un lado y yo por el otro y nos encontremos en medio del seísmo gimiendo entre tanta agitación y silencio. Quiero tu espalda arriba y la mía abajo. Mis pechos erguidos y tus brazos en alto.

Dragona |

Muchas veces las personas vienen a mí en busca de un nuevo aliento, un empuje que les ayude a seguir adelante, siempre con el "eres una mujer fuerte" en la boca. Y yo les escucho, les mimo, les aplaudo por ser tan valientes como para desprenderse de los fantasmas de su interior porque superarse aturde hasta al más seguro de sí mismo. Lo que no saben es que los dragones no siempre escupimos fuego. A veces, nos tragamos nuestras propias lágrimas siendo incapaces de echar a volar de nuevo. Y me siento tan culpable de no poder ser furia, solvencia, de no poder mediar cuanto sé que puedo hacerlo que me convertiría en loba solo para poder aullar con ellos.