Impensable |
Mis padres solían leer para mí cuentos de princesa, mundos donde todo era pura magia y amor, lugares donde todo merecía la pena dentro de una realidad no muy común. Era fantástico imaginar cómo un hombre con un simple beso podía hacerte despertar de una larga letanía. Otro podía rescatarte de una torre custodiada por un dragón feroz y despiadado, mientras que el del castillo de más allá te invitaba a un baile de ensueño lleno de mujeres muertas de la envidia. El del pueblo de al lado era un chico sobresaliente porque te reconocía gracias a un simple zapato (como si tu cara no fuera suficiente) y el de la ciudad del Este por ser la más bella y hermosa del lugar te cantaba saetas arrodillado ante tu balcón y tú como una buena doncella le regalabas tus largos cabellos para que subiera a tus aposentos, aunque el final de esa historia no me la llegaron a contar nunca, no fuese a ser que me escandalizase. Poquito a poco, según fue pasando el tiempo, me di cuenta de que existían historias sob