Entradas

Mostrando entradas de diciembre, 2017

Principios y Valores |

De entre las ruinas de mis experiencias he sido capaz de levantar pilares indestructibles. No me doblego, no me someto, no me conformo.

Mía |

Equivocada. Siempre he estado equivocada y ciega. Mi primer amor no fuiste tú, ni él, ni el de allá. Fui yo.

Lástima |

El fuego quema, pero las palabras consumen.

Gusto |

Tengo tantos antojos como ganas de comerte.

In crescendo |

No intentes atar con cabos a un alma libre que ya no entiende de nudos en la garganta.

Cisma |

Sentir odio también es dejar de sentir.

No te rindas |

Una mañana vacía seré yo la que gire alrededor de las ramas de tu postergación y juntos haremos que las pesadillas sean juegos de gozo en una noche eterna.

Hasta el último suspiro |

Algún día me sentaré con mis hijas y mis nietas en la misma mesa y podré decir con enorme orgullo que sangrar cada veintiocho días mientras gritábamos a pulmón en las calles de Madrid mereció la pena, porque no hay mayor causa que luchar por aquello que nos afecta, que nos oprime y nos castiga. Porque mereció la pena dar la cara en momentos de tensión política y crisis social, donde se nos asesinaba y se nos violaba, donde querían que aceptáramos un rol de género que nos hacía inferiores y que con dientes y garras rechazamos. Porque mereció la pena enseñar a nuestros compañeros lo que suponía ser una de nosotras y ver cómo ellos se hacían aliados. No me arrepiento de haber nacido luchadora, ni revolucionaria, ni poco conformista. No me arrepiento de haber sido y ser feminista. No me arrepiento de haber nacido mujer, porque el futuro idílico en el que pienso todos los días está por venir si juntas nos sentimos, si unidas nos hallamos. 

Coraje |

A veces hasta los santos más inocentes necesitan un poco de sexo duro, un empuje de rabia, una gota que colme el vaso de venganza, porque no hay nada más digno que sonreír cuando tu oponente ataca.

Oasis |

Una parte de ti siempre vivirá donde tu corazón jamás se oponía a latir con intensidad.

Amor de madre |

Me arrancaría las alas solo por verte un segundo despegar de esta jodida vida.

Milagro |

Hasta hace bien poquito he sentido que el amor corría por mis venas de manera ininterrumpida y rápida, como si no pudiera frenar su ritmo, su quietud y su mansedumbre. En el frío de los amaneceres de octubre y las cálidas despedidas de los atardeceres de noviembre, he sentido las mariposas en el estómago volver después de una larga ausencia, de un tiempo que sobrepasa los mismísimos límites de La Creación. Y he sentido miedo por vez primera de Dios y de Su Hijo. De Amor y  Enamoramiento. De las esperas eternas a que este síntoma tan subalterno dejara mi cuerpo en paz. Y qué tonta he sido, cuánto me he martirizado durante estos últimos días por hallar a la persona a quién pertenecían las mariposas de mis eternos amaneceres y atardeceres, tumbada en la cama y resuelta a descifrar la trama de mi penitencia mental. Y no. No había manera de encontrar al individuo propietario de mi corazón y cuánto más se alejaba su efigie más me desesperaba. Y ayer la vi, recién desnuda, con los pezones ere